Historia de la
Asociación

Historia de la
Asociación

Nuestra historia

Pasión por la Ópera

Ilusiones, emociones, tensión, alegrías, penas, voces, aplausos y mucha música, han rodeado el mundo de la lírica en Madrid desde 1962. Un mundo que ha cambiado mucho, una sociedad que ha evolucionado en sus gustos, producciones, sensibilidad y educación, y en el que hemos podido asistir, poco a poco, a la expansión y consolidación de la ópera en la capital de España.

Eso sí, lo que no ha cambiado nunca a lo largo de estos más de 60 años es la afición y la pasión de los amantes madrileños de la lírica… y todo empezó aquí, con un grupo de gente que apostó por ello, que se arriesgó por una ilusión, que trabajó por amor al arte y por la emoción de escuchar ópera en su ciudad.

Nacía Amigos de la Ópera

Nuestra historia

Pasión por la Ópera

Ilusiones, emociones, tensión, alegrías, penas, voces, aplausos y mucha música, han rodeado el mundo de la lírica en Madrid desde 1962. Un mundo que ha cambiado mucho, una sociedad que ha evolucionado en sus gustos, producciones, sensibilidad y educación, y en el que hemos podido asistir, poco a poco, a la expansión y consolidación de la ópera en la capital de España.

Eso sí, lo que no ha cambiado nunca a lo largo de estos más de 60 años es la afición y la pasión de los amantes madrileños de la lírica… y todo empezó aquí, con un grupo de gente que apostó por ello, que se arriesgó por una ilusión, que trabajó por amor al arte y por la emoción de escuchar ópera en su ciudad.

Nacía Amigos de la Ópera

Los inicios

Históricamente, Madrid es una de las grandes ciudades operísticas europeas. Sin embargo, tras el cierre en 1925 del Teatro Real, el público quedo huérfano de ópera y los posteriores acontecimientos de nuestra historia no creaban un clima adecuado para cultivarla.

A principios de los años 60, los aficionados madrileños, si querían ver ópera, tenían que viajar. A pesar de los intentos por parte de Lola Rodríguez de Aragón, y más tarde de César Mendoza Lasalle, por iniciar una temporada de ópera estable en Madrid, el resultado fue un desastre tanto artístico como económico.

Como nos cuenta Ignacio Sáenz de Ibarra en alguno de libros conmemorativos de la Asociación, en Madrid se intuía que existían espectadores potenciales, que aun no conociendo el mundo de la ópera estaban dispuestos a asistir a ella siempre que se les garantizase mínimamente las representaciones, la continuidad y la calidad.

Por ello, un grupo reducido de personas decidió tomar la iniciativa y abrir la ópera en Madrid. Un anuncio en prensa de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO) publicando la siguiente temporada en Bilbao y señalando fechas, artistas, precios y condiciones de pago a plazos de los abonos fue el detonante para la creación de nuestra Asociación.

Los inicios

Históricamente, Madrid es una de las grandes ciudades operísticas europeas. Sin embargo, tras el cierre en 1925 del Teatro Real, el público quedo huérfano de ópera y los posteriores acontecimientos de nuestra historia no creaban un clima adecuado para cultivarla.

A principios de los años 60, los aficionados madrileños, si querían ver ópera, tenían que viajar. A pesar de los intentos por parte de Lola Rodríguez de Aragón, y más tarde de César Mendoza Lasalle, por iniciar una temporada de ópera estable en Madrid, el resultado fue un desastre tanto artístico como económico.

Como nos cuenta Ignacio Sáenz de Ibarra en alguno de libros conmemorativos de la Asociación, en Madrid se intuía que existían espectadores potenciales, que aun no conociendo el mundo de la ópera estaban dispuestos a asistir a ella siempre que se les garantizase mínimamente las representaciones, la continuidad y la calidad.

Por ello, un grupo reducido de personas decidió tomar la iniciativa y abrir la ópera en Madrid. Un anuncio en prensa de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO) publicando la siguiente temporada en Bilbao y señalando fechas, artistas, precios y condiciones de pago a plazos de los abonos fue el detonante para la creación de nuestra Asociación.

Hoy, una realidad

Han transcurrido más de seis décadas desde aquel octubre de 1962, en que el Círculo de Bellas Artes de Madrid fuera testigo de la constitución de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid. Su primer presidente, el profesor Ángel Vegas, aglutinó un importante número de aficionados, gracias a los cuales prendió esa primera semilla que sirvió para recuperar la tradición operística en Madrid.

Hoy, una realidad

Han transcurrido más de seis décadas desde aquel octubre de 1962, en que el Círculo de Bellas Artes de Madrid fuera testigo de la constitución de la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid. Su primer presidente, el profesor Ángel Vegas, aglutinó un importante número de aficionados, gracias a los cuales prendió esa primera semilla que sirvió para recuperar la tradición operística en Madrid.

Como explica Juan-Miguel Villar Mir en la presentación del libro conmemorativo del 40 aniversario:

Como explica Juan -Miguel Villar Mir en la presentación del libro conmemorativo del 40 aniversario:

En tantas otras épocas de nuestra historia pasada, la música hubo de recurrir al asociacionismo tratando de buscar los medios para abordar un proyecto musical que las circunstancias del país dificultaban. Desde que, en 1839 y durante las regencias de Mª Cristina y Espartero, las nuevas leyes políticas permitieron el asociacionismo, la vida musical giró en buena medida en torno a él. La mayor parte de los grandes movimientos musicales producidos en España se debieron a esta realidad: las reformas del teatro lírico, el sinfonismo, la música de cámara, el coralismo o la música religiosa, fueron llevadas a cabo por asociaciones que luchaban por la música y, toda la burguesía y los hombres de cultura de los siglos XIX y XX se vieron comprometidos con estas asociaciones”.

En tantas otras épocas de nuestra historia pasada, la música hubo de recurrir al asociacionismo tratando de buscar los medios para abordar un proyecto musical que las circunstancias del país dificultaban. Desde que, en 1839 y durante las regencias de Mª Cristina y Espartero, las nuevas leyes políticas permitieron el asociacionismo, la vida musical giró en buena medida en torno a él. La mayor parte de los grandes movimientos musicales producidos en España se debieron a esta realidad: las reformas del teatro lírico, el sinfonismo, la música de cámara, el coralismo o la música religiosa, fueron llevadas a cabo por asociaciones que luchaban por la música y, toda la burguesía y los hombres de cultura de los siglos XIX y XX se vieron comprometidos con estas asociaciones”.

Ahora empezaba el trabajo de verdad, todo se había puesto en marcha, pero faltaba mucho camino que recorrer. Las arias de las óperas de Verdi, las melodías puccinianas, las coloraturas barrocas, el belcanto rossiniano o la intensidad de la música wagneriana eran la mayor motivación de aquel grupo de personas para levantar el telón operístico en Madrid.

Ahora empezaba el trabajo de verdad, todo se había puesto en marcha, pero faltaba mucho camino que recorrer. Las arias de las óperas de Verdi, las melodías puccinianas, las coloraturas barrocas, el belcanto rossiniano o la intensidad de la música wagneriana eran la mayor motivación de aquel grupo de personas para levantar el telón operístico en Madrid.

Ganando apoyos

La creación de una Asociación se difundió por el llamado “Pregón de la Ópera” en el Diario Informaciones y en la Hoja del Lunes, así como en todos los periódicos madrileños, gracias a la publicidad que financió el dueño de Galerías Preciados. Los apoyos de D. Joaquín Calvo Sotelo y de la Duquesa de Alba fueron definitivos para establecer la sede de la Asociación en el Círculo de Bellas Artes, donde se celebró la primera reunión en 1962, en la cual se constituyó una Comisión Gestora y se redactaron los Estatutos que fueron posteriormente presentados al Ministerio de Educación y Ciencia para su aprobación.

Sáenz de Ibarra narra en las crónicas de la historia de la Asociación cómo el público empezó a responder, aunque no tan rápidamente como se deseaba, y se iban nutriendo las listas de socios-abonados. A los muchos trabajos que comporta siempre la creación de una nueva organización se unían unos riesgos económicos muy superiores a los esperados, ya que la afición era muy recelosa y desconfiada.

Un último paso tras la constitución y difusión fue la búsqueda de un empresario que organizara el primer Festival de la Ópera en Madrid. Federico Moreno Torroba, presidente de la SGAE y propietario del Teatro de la Zarzuela renunció a serlo, al igual que Juan Antonio Pamias, empresario del Liceu de Barcelona.

Ganando apoyos

La creación de una Asociación se difundió por el llamado “Pregón de la Ópera” en el Diario Informaciones y en la Hoja del Lunes, así como en todos los periódicos madrileños, gracias a la publicidad que financió el dueño de Galerías Preciados. Los apoyos de D. Joaquín Calvo Sotelo y de la Duquesa de Alba fueron definitivos para establecer la sede de la Asociación en el Círculo de Bellas Artes, donde se celebró la primera reunión en 1962, en la cual se constituyó una Comisión Gestora y se redactaron los Estatutos que fueron posteriormente presentados al Ministerio de Educación y Ciencia para su aprobación.

Sáenz de Ibarra narra en las crónicas de la historia de la Asociación cómo el público empezó a responder, aunque no tan rápidamente como se deseaba, y se iban nutriendo las listas de socios-abonados. A los muchos trabajos que comporta siempre la creación de una nueva organización se unían unos riesgos económicos muy superiores a los esperados, ya que la afición era muy recelosa y desconfiada.

Un último paso tras la constitución y difusión fue la búsqueda de un empresario que organizara el primer Festival de la Ópera en Madrid. Federico Moreno Torroba, presidente de la SGAE y propietario del Teatro de la Zarzuela renunció a serlo, al igual que Juan Antonio Pamias, empresario del Liceu de Barcelona.

El empujón definitivo

Finalmente, gracias a la existencia de unos fondos conmemorativos de los “25 años de paz” puestos a disposición del Ministerio de Información y Turismo, y a los Festivales de España, se consiguió que el propio Ministerio aplicase los fondos a la temporada lírica y a la organización de la misma, con Lola Rodríguez Aragón al frente.

En un espacio brevísimo de tiempo Lola desarrolló una actividad febril de contactos con músicos, cantantes, directores, agentes, etc. y finalmente, a pesar de las grandísimas y dificultades, se estableció y se publicó el programa definitivo, determinando precios y fechas de aquellas representaciones.

El programa constaba de diez títulos, la mayor parte de ellos con una sola representación, siendo varias óperas italianas (Tosca, IlTrovatore, La Bohème, Don Giovanni, Le nozze di Figaro, La Cenerentola), francesas (Les pêcheurs de perles, Faust), una alemana (Die Zauberflöte) y una española, Pepita Jiménez, de Isaac Albéniz, reorquestada y arreglada por Pablo Sorozábal.

El empujón definitivo

Finalmente, gracias a la existencia de unos fondos conmemorativos de los “25 años de paz” puestos a disposición del Ministerio de Información y Turismo, y a los Festivales de España, se consiguió que el propio Ministerio aplicase los fondos a la temporada lírica y a la organización de la misma, con Lola Rodríguez Aragón al frente.

En un espacio brevísimo de tiempo Lola desarrolló una actividad febril de contactos con músicos, cantantes, directores, agentes, etc. y finalmente, a pesar de las grandísimas y dificultades, se estableció y se publicó el programa definitivo, determinando precios y fechas de aquellas representaciones.

El programa constaba de diez títulos, la mayor parte de ellos con una sola representación, siendo varias óperas italianas (Tosca, IlTrovatore, La Bohème, Don Giovanni, Le nozze di Figaro, La Cenerentola), francesas (Les pêcheurs de perles, Faust), una alemana (Die Zauberflöte) y una española, Pepita Jiménez, de Isaac Albéniz, reorquestada y arreglada por Pablo Sorozábal.

La primera temporada

El I Festival de Ópera de Madrid fue posible gracias a los esfuerzos que la recién constituida Asociación desplegó para aglutinar a los aficionados madrileños, y con la disposición de los poderes públicos para promover, por fin, la actividad lírica en la capital después de décadas de abandono.

Gracias al apoyo de Federico Moreno Torroba, el Teatro de la Zarzuela abrió sus puertas para inaugurar la temporada con Tosca. Ambiente primaveral aquel día 10 de mayo, con el Teatro lleno donde se respiraba más que emoción. Al frente de la orquesta el maestro Guarnieri sube al podio y yo musito a mi vecino de localidad: “Parece un milagro. Y empieza a representación…

Vittoria, Vittoria… debieron tararear, a la vez que el personaje Mario Cavaradossi (en el Acto II), aquellos que hicieron posible este sueño. Una ilusión hecha realidad. Miremos atrás con agradecimiento, pero no dejemos de fijarnos en el futuro, porque la historia de la ópera en Madrid continúa, y nuestra Asociación sigue adelante con su labor con la misma ilusión y trabajo.

La primera temporada

El I Festival de Ópera de Madrid fue posible gracias a los esfuerzos que la recién constituida Asociación desplegó para aglutinar a los aficionados madrileños, y con la disposición de los poderes públicos para promover, por fin, la actividad lírica en la capital después de décadas de abandono.

Gracias al apoyo de Federico Moreno Torroba, el Teatro de la Zarzuela abrió sus puertas para inaugurar la temporada con Tosca. Ambiente primaveral aquel día 10 de mayo, con el Teatro lleno donde se respiraba más que emoción. Al frente de la orquesta el maestro Guarnieri sube al podio y yo musito a mi vecino de localidad: “Parece un milagro. Y empieza a representación…

Vittoria, Vittoria… debieron tararear, a la vez que el personaje Mario Cavaradossi (en el Acto II), aquellos que hicieron posible este sueño. Una ilusión hecha realidad. Miremos atrás con agradecimiento, pero no dejemos de fijarnos en el futuro, porque la historia de la ópera en Madrid continúa, y nuestra Asociación sigue adelante con su labor con la misma ilusión y trabajo.

Un largo viaje

Desde aquella primera Tosca de Magda Olivero, apoyada por nuestra Asociación en 1964, han pasado muchos festivales de ópera, luego temporadas… y Amigos de la Ópera ha mantenido viva todo este tiempo la llama de la ópera, permitiendo que el arte más completo de todos, el espectáculo total, sea hoy una realidad al alcance de todos los aficionados de Madrid.

Queremos desde aquí dar las gracias a muchas personas que nos han ayudado en el camino. En primer lugar, a S. M. La Reina Doña Sofía, que nos honra con su Presidencia de Honor. Gracias también a las personas que han dirigido nuestra asociación, al frente de sus respectivas juntas directivas, y nos han traído hasta aquí: Ángel Vegas, Juan Luis Martín de Bustamante, Juan Cambreleng Roca, Francisco Fernández Marín, Manuel López Cachero y Teresa Cajal.

Y por supuesto, GRACIAS a nuestros socios, sin cuyo apoyo no estaríamos, ni hubiéramos podido llevar a cabo nuestra labor durante más de seis décadas.

Un largo viaje

Desde aquella primera Tosca de Magda Olivero, apoyada por nuestra Asociación en 1964, han pasado muchos festivales de ópera, luego temporadas… y Amigos de la Ópera ha mantenido viva todo este tiempo la llama de la ópera, permitiendo que el arte más completo de todos, el espectáculo total, sea hoy una realidad al alcance de todos los aficionados de Madrid.

Queremos desde aquí dar las gracias a muchas personas que nos han ayudado en el camino. En primer lugar, a S. M. La Reina Doña Sofía, que nos honra con su Presidencia de Honor. Gracias también a las personas que han dirigido nuestra asociación, al frente de sus respectivas juntas directivas, y nos han traído hasta aquí: Ángel Vegas, Juan Luis Martín de Bustamante, Juan Cambreleng Roca, Francisco Fernández Marín, Manuel López Cachero y Teresa Cajal.

Y por supuesto, GRACIAS a nuestros socios, sin cuyo apoyo no estaríamos, ni hubiéramos podido llevar a cabo nuestra labor durante más de seis décadas.

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